Consciente de sí -de su existencia y de sus consistencia-, el ser humano es consciente también de sus limitaciones, conocimiento este que no le obliga necesariamente a la resignación. Muchas veces es precisamente el saberse limitado lo que le lleva a vislumbrar posibilidades y afrontar retos. No deba extrañarnos, pues, que algunos hayan definido a los seres humanos como animales de prótesis que buscan, gracias a éstas, vencer obstáculos que su propia naturaleza -específica o individual- le opone, salvar en fin dificultades.
Así surgió la Historia del libro. La de la escritura también.
Desde la consciencia de la limitación de la memoria y de la fragilidad de la misma, en un momento dado -o en varios momentos según culturas- seres humanos concretos se plantearon cómo hacer perdurables, dentro de su tradición oral, esas palabras que, lazadas al aire, alzan el vuelo y arrastra el viento hacia al olvido.
De esa consciencia, de ese reto y de ciertos logros consecuentes trata esta aproximación -caben otras- a la Historia del libro que ahora les ofrecemos.
La invención de la escritura; los soportes -tablillas de cera, tablillas de arcilla, papiro, pergamino, papel...- y, según éstos, los útiles -stilo, pluma, pincel,...- de la escritura; la presentación de los textos en forma de rollo, de acordeón, de códice, etc; la imprenta -desde las planchas de texto fijo a las cajas de tipos móviles; el importante papel que el humilde papel juega en todo esto; la ilustración desde los códices miniados hasta la iluminación de los libros impresos; el arte de la encuadernación; la bibliofilia…
Una interesante muestra -con originales que se remontan a varios siglos atrás y reproducciones facsimilares de calidad- nos acerca esta apasionante aventura, una de las más grandes emprendidas por la Humanidad.
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