Mucho más que sólo textos -a veces, éstos, pretexto mínimo-, hay libros que han sido y son objetos de enorme valor artístico, especialmente aquellos que, únicos por manuscritos, acompañaron los textos de pequeñas pinturas: pequeñas viñetas plenas de detalles, intrincadas y preciosistas orlas ornamentales, letras capitulares que engrandecían las mayúsculas,…
Aparte las ilustraciones principales cuyo tema el título de cada libro más o menos anticipaba, estos códices ilustrados se hacían eco del mundo que los vio nacer: los paisajes de entonces, las antiguas edificaciones, la vestimenta de un lugar en un tiempo concreto, las estaciones del año decidiendo el trajín de la vida cotidiana, los usos y costumbres, las flores, los pequeños insectos que las frecuentaban,… Un mundo.
Aunque hubo códices miniados antes y los hubo luego también, estos libros -pulso del lujo entre poderosos- alcanzaron su mayor esplendor en el último Gótico y en los albores del Renacimiento, en los siglos XV y XVI por tanto sobre todo.
En esta nueva Exposición Temporal, el Museo de Chiclana ofrece -al hilo de estas fechas y en cuidadas ediciones facsimilares- una interesante muestra de Devocionarios, Libros de Horas, etc (Leonor de Portugal, Carlos V, María de Borgoña, Alejandro VI, Ana de Bretaña, Duque de Berry, Leonor de la Vega,...), que, paso a paso, nos contarán una historia que a no pocas personas sonará: la anunciación del Ángel a María, la visita de ésta a su prima Isabel, la marcha a Belén, el Nacimiento de Jesús, la anunciación a los pastores, la adoración de éstos y de los magos guiados por una estrella, la huida a Egipto, la matanza de los inocentes ordenada por Herodes,…
Siglos después de los textos que refieren todo esto, miniaturistas anónimos o reconocidos iluminaron aquella Luz que amanecía.
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