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Venus y Cupido

El amor en los grabados de Montfaucon
De 01/01/2020 hasta 03/05/2020

Organización


Bernard de Montfaucón (Soulatgé, 1655 – Saint Germain des Prés, 1741) fue uno de los grandes eruditos de su tiempo y dedicó gran atención al estudio del mundo antiguo, y de manera especial al de la Antigüedad Clásica. Fruto de este interés fue su monumental obra L'Antigquité expliquée et représentée en figures, obra de enorme interés artístico también por sus cientos y cientos de grabados a los que sucesivamente nos hemos ido acercando aquí en el Museo.
 
En esta ocasión, y al hilo de la fecha que comercial y/o culturalmente recuerdan la cosa en estas latitudes y tiempos, hemos seleccionado una serie de planchas que, a través de la mitología nos hablan, en cierto modo, de ese amor que, al decir de Virgilio, “triunfa sobre todo”.
Un amor que cantaron y alabaron los romanos en todas sus variantes, incluso lo adoraron. No en vano, divinidades propias de la mitología grecolatina eran precisamente divinidades del asunto. Venus y Cupido, por ejemplo
 
Diosa del amor, pero también de la belleza y la fertilidad, Venus no jugaba un papel marginal en el Panteón romano. Tampoco en el griego. Recordemos que a partir del siglo III a. C., con la creciente helenización del mundo romano, el culto a Venus fue identificándose progresivamente con el de la diosa griega Afrodita. Virgilio asignó a Venus el papel de ancestro femenino del pueblo romano. Ya en 293 a. C. se le dedicó el primer templo del que tenemos constancia.
 
De no menor fama goza su hijo -en las más difundidas versiones-, Cupido -llamado Amor en la poesía latina y cuyo culto se asimiló también al Eros griego-. Como su misma etimología sugiere, hablamos de deseo -cupiditas-, de pasión, de apetito,... Un niño siempre pequeño que corretea entre los mortales o los sobrevuela en cercanía peligrosamente armado de arco y flechas con los ojos vendados.
 
De la iconografía clásica de ambos va esto.

 

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