El hallazgo, por nuestra parte, de aquellas tierras de más allá del Atlántico -tomadas en un primer momento por la India, hasta el extremo de seguir hablando luego de ellas como las Indias Occidentales- supuso, entre otras muchas cosas, una insólita ampliación, en muchos sentidos del mercado. El control del comercio con América se ejercía desde la Casa de Contratación ubicada en un primer momento en Sevilla. Pero ya a finales del siglo XVII la cabeza de flota operaba más desde Cádiz que desde el puerto fluvial de Sevilla.
En 1717 la Casa de Contratación se trasladó a Cádiz y esto repercutió no solo en la ciudad sino en otras localidades cercanas, entre ellas Chiclana. De la vida de Chiclana en el siglo XVIII, al hilo de lo dicho, trata esta exposición cuyo núcleo lo componen una serie de interesantes y curiosos documentos del Archivo Municipal. Todo es riqueza y porvenir. A las casas y palacios se suman iniciativas como el Arquillo del Reloj, el inicio de las obras de una nueva Iglesia Mayor o la construcción de un puente de piedra como símbolo de unión con el mundo. El campo es vino y aceite, es ganado que pasta en eternas dehesas, es huerta que llenan las mesas de la capital.
El verbo fluye por las escuelas alumbrando la mente y el espíritu, bajo la mirada de una poderosa Iglesia que va celebrando año tras año la fiesta grande del pueblo, el Corpus Christi. Los ricos son ricos y los pobres lo son de solemnidad. La prosperidad no ha entendido nunca de igualdad, pero aun así, todo parece fluir en Chiclana, no hay pasado mejor que este presente.
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