Hasta el próximo 30 de abril y a tono con el calendario, el Museo de Chiclana ofrece al público una amplia exposición sobre la Sábana Santa de Turín, conocida también como la Síndone. Un exposición rigurosa que nos llega desde Sevilla con la garantía de julio Marvizón, estudioso riguroso del asunto donde los haya y gracias a la Asociación de Estudio y Divulgación de la Síndone.
En torno al cambio de Milenio, y a iniciativa del padre Antonio Godoy (vicepresidente vitalicio de esta asociación), nace el “grupo de Estudio y Divulgación de la Síndone”, y lo hace como un pequeño grupo que, bajo el común interés por la Sábana Santa, comenzó a reunirse en la parroquia sevillana del Espíritu Santo.
En 2010, y andando ya en esto Julio Marvizón, realizan los integrantes del grupo una visita a Turín durante una ostención, y es al retorno de este viaje cuando, bajo la dirección de Marvizón se realizan los paneles y el grupo originario se constituye en Asociación sin ánimo de lucro, lo que facilitó luego itinerar la exposición, lo que ha hecho incesantemente desde entonces por las provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz.
Planteada desde un punto de vista científico (sólo el último de los paneles haría referencia a la fe en un sentido riguroso, la argumento de la exposición se divide en cuatro partes bien diferenciadas: una primera puramente descriptiva donde queda definido el objeto en sí, la sábana; una segunda parte se ocuparía de los avatares de la sábana a lo largo de la Historia; la tercera estaría dedicada a los más rigurosos estudios científicos llevados a cabo torno a la Síndone desde que en 1898 fuera fotografiada por primera vez; finalmente, una cuarta sección del discurso de la exposición ofrece al público la visión de la pasión a la luz de los estudios forenses practicados a partir de los datos de la Sábana Santa.
La Exposición, que cuenta con una treintena de paneles explicativos -donde tanto los textos cuanto las fotografías que los ilustran cumplen esta función didáctica-, incorpora también una interesante selección de piezas complementarias que sin duda ayudarán aún más a que cuantas personas visiten la Exposición se hagan una idea muy próxima acerca del Hombre de la Sábana y, en general, al suplicio de la crucifixión. Estas piezas (maquetas de sepulcros judíos; monedas romanas de la época acuñadas bajo en tiempos de Poncio Pilatos; recreaciones de piezas tales como los clavos, la corona de espinas, el flagelo o el tejido mismo de la Sábana de Turín;...) aparecen acompañadas de otras con las que el Museo mismo ha pretendido enriquecer el montaje (pinturas de los siglos XVII y XVIII, así como diferentes grabados del siglo XIX).
Una ocasión para acercarnos -misterio y ciencia- a uno de los más sugerentes enigmas de nuestra cultura.
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